jueves, 25 de septiembre de 2014

Honoris Causa para Gregorio Klimovsky

Fuente: www.fcen.uba.ar

Por Guillermo Boido

  El profesor Klimovsky es considerado en la actualidad uno de los mayores especialistas en epistemología de Latinoamérica. Realizó estudios de matemática en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires. Su carrera académica comenzó como estudioso de la matemática, bajo la dirección de Julio Rey Pastor, impulsor de los primeros desarrollos de la matemática moderna en España y Argentina, y de Misha Cotlar, el más importante matemático de la Argentina en la especialidad del análisis funcional. También fue discípulo del prestigioso filósofo argentino Vicente Fatone. En colaboración con el matemático Jorge Bosh fue el principal responsable de introducir en nuestro país la teoría axiomática de conjuntos. Sin embargo, su labor desbordó ampliamente el campo de la matemática cuando comenzó a abarcar disciplinas como la lógica, la filosofía y la metodología de la investigación científica. Es entonces cuando se lo comienza a considerar -a partir de su labor en el Colegio Libre de Estudios Superiores- como uno de los iniciadores de la lógica y la filosofía de la ciencia modernas en el país. Su principal campo de docencia e investigación fue la lógica matemática y los problemas de fundamentación de la lógica y la matemática. Pero su interés predominante fue la filosofía, y en particular la filosofía de la ciencia, ámbito en el que investigó en colaboración con Rolando García. Estas actividades dieron como resultado a la vez, la formación de innumerables discípulos.

  En 1954 fue designado Profesor Titular de Análisis Matemático en la Facultad de Ingeniería de la ahora denominada Universidad Nacional de San Juan y también Investigador Titular del Instituto de Matemática de la Universidad Nacional de Cuyo, dirigido por Misha Cotlar. Desde 1956 hasta 1966 fue Profesor Titular con dedicación exclusiva del Departamento de Matemática de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, cargo al que renunció a raíz de la intervención a las universidades nacionales decretada por el gobierno militar de entonces. Desde 1957 hasta 1966 fue Profesor Titular en el Departamento de Filosofía de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (en Lógica y en Filosofía de la Ciencia) y Director del Instituto de Filosofía (1965-1966). Renunció a estos cargos en 1966 en virtud de la ya señalada intervención a las universidades. Con la recuperación de la democracia, fue designado Decano normalizador de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, entre 1984 y 1985. Durante su gestión garantizó concursos transparentes con jurados internacionales. También en 1984 se reincorporó a la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, llegando a ser Profesor Plenario y luego Profesor Emérito. Allí continúa desempeñando tareas docentes y de investigación.

  El profesor Klimovsky fue además profesor de matemática del Instituto de Profesorado "Nicolás Avellaneda" de Rosario, cargo en el que sucedió al eminente matemático Beppo Levi a propuesta de éste. Fue profesor de Lógica Matemática en la Universidad CAECE (Centro de Altos Estudios en Ciencias Exactas), institución de la que es Profesor Plenario desde 1971. Fue también profesor de Filosofía, Epistemología y Ética en la Universidad Autónoma Metropolitana de México. Dictó cursos de Lógica y Fundamentación de la Matemática en la Universidad de Concepción (Chile), en la Universidad Central de Caracas (Venezuela) y en la Universidad de la República (Uruguay). En la Universidad de Belgrano, donde hoy es Profesor Plenario, dirigió la Maestría en Metodología de la Investigación desde 1979 hasta 2000. Desde 1991 es Profesor Titular en el Instituto Universitario de Ciencias Biomédicas de la Fundación Favaloro (hoy Universidad Favaloro). Fue también Profesor Titular en las Universidades Nacionales de La Plata, del Litoral y de Santiago del Estero. Actualmente es Profesor Titular de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. Fue Vicepresidente de la Asociación Rioplatense de Filosofía Científica e integró la Fundación Bariloche. Es presidente del Instituto Torcuato di Tella. Fue además miembro fundador de la Sociedad Argentina de Análisis Filosófico (SADAF), institución en la cual, particularmente en épocas dictatoriales que inhabilitaban a muchos profesionales para el ejercicio de la docencia y la investigación, promovió ampliamente estudios de la filosofía contemporánea.

  Recibió innumerables distinciones. Es Doctor Honoris Causa de las universidades nacionales de San Luis, del Litoral, de Córdoba y de Salta, y también lo es de la Universidad Favaloro y de la Universidad CAECE. Obtuvo los siguientes premios de la Fundación Konex: Diploma al Mérito en Lógica y Teoría de la Ciencia (1986), Premio Konex de Platino (1986), Diploma al Mérito en Lógica y Teoría de la Ciencia (1996), Premio Konex de Platino (1996) y Premio Konex de Brillante en Humanidades (1996). También obtuvo el Premio de Roma de la Asociación Psicoanalítica Internacional (1989) por significativos aportes realizados acerca de la fundamentación epistemológica del psicoanálisis. Recientemente fue declarado Ciudadano Ilustre de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

  Es autor de infinidad de artículos, capítulos de obras colectivas y compilaciones publicados en la Argentina y en el exterior. Entre sus libros se destacan Las desventuras del conocimiento científico (1994), La inexplicable sociedad (1998), escrito en coautoría con Cecilia Hidalgo, Epistemología y psicoanálisis 1. Problemas de Epistemología (2004), Epistemología y psicoanálisis 2. Análisis del Psicoanálisis (2004) y Las desventuras del conocimiento matemático (2005), escrito en coautoría con Guillermo Boido. En todos ellos sistematiza el conocimiento que le ha significado su prestigio.

  La trayectoria del profesor Klimovsky supone el ejercicio de un magisterio de innumerables matices, en cátedras, clases, conferencias, escritos (muchos de ellos de corte académico pero otros accesibles a un vasto público), formación de recursos humanos, diseño de proyectos culturales, educativos, y científicos, ámbitos en los cuales ha comprometido su credo humanista con un protagonismo social orientado a extender sin límites su concepción de una cultura sin fronteras, viva y democrática. Lo prueba el hecho de haber integrado, en 1984, la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) y su actividad en el seno de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos. Actualmente, el profesor Klimovsky es uno de los intelectuales argentinos de referencia ineludible para temas relacionados con la filosofía, la historia y la sociología de la ciencia, con la epistemología del psicoanálisis, con la educación, con la ética, con la problemática de los derechos humanos o con la política científica y universitaria de nuestro país.

Agudo e inconfundible

Por Guillermo Jaim Etcheverry. Rector de la Universidad de Buenos Aires.

  Por sus logros en su campo específico de actividad y por su vasta y destacada actuación en los más variados ámbitos académicos y sociales, Gregorio Klimovsky se ha convertido en un símbolo para la sociedad argentina. Es indudable que para nuestra gente, su figura y su discurso agudo, inteligente e inconfundible se asocian con el conocimiento y con la ciencia. Aunque las circunstancias responsables de transformar a algunas personas en esos símbolos vivientes de alguna actividad humana no resulten siempre sencillas de identificar, es indudable que en el caso de Klimovsky se han concertado para hacer de él una obligada referencia social.

  Si hubiera que identificar un rasgo definitorio en la persona de Klimovsky, habría que buscarlo en su singular dimensión de maestro. Como profesor universitario y, en épocas difíciles para la Argentina, en el ámbito más recóndito de grupos de estudio, nunca dejó de ejercer ese magisterio. Son muchas las generaciones de intelectuales argentinos que accedieron a la epistemología de su mano, mejor dicho, de su palabra. De ese discurso que fluye con una organización deslumbrante que revela la admirable organización interior de su pensamiento. Ese magisterio ejercido en el campo de la lógica, de la matemática y, como queda dicho, de la epistemología, estuvo siempre acompañado por una conducta ciudadana que le valió la admiración generalizada. Su defensa de la ética no se limitó a la prédica sino que se reflejó en su conducta ciudadana.

  Al cabo de un brevísimo análisis de la significación de la figura de Gregorio Klimovsky, se advierte que no resulta tan difícil explicar por qué se ha convertido en ese símbolo que hoy reconoce en él la sociedad argentina.

Lógica, filosofía y derechos humanos

Por Pablo M. Jacovkis. Ex Decano de la FCEyN-UBA.

  Con el aval unánime del Consejo Superior, el profesor Gregorio Klimovsky recibió su diploma de Doctor Honoris Causa de la Universidad de Buenos Aires. Este doctorado corona una trayectoria en el campo de la lógica matemática y la filosofía de la ciencia que lo transformó en uno de los mayores epistemólogos de América latina. Durante el brillante período de la UBA anterior al golpe de 1966 fue profesor titular de las facultades de Ciencias Exactas y Naturales y de Filosofía y Letras; en 1983 fue el decano normalizador de la primera de ellas, luego profesor en Filosofía y Letras y Ciencias Sociales, y después profesor emérito de la Universidad de Buenos Aires. Su actuación como investigador y docente continúa sin pausa hasta la actualidad: el año pasado publicó (junto con Guillermo Boido) Las desventuras del conocimiento matemático, espléndida complementación de su anterior libro Las desventuras del conocimiento científico, a los cuales hay que agregar varios libros más, artículos, compilaciones, capítulos.

  En particular, hay dos puntos en su biografía que deseo enfatizar. Por un lado, su permanente interés por ambas áreas de la ciencia, la de las ciencias exactas y naturales y la de las ciencias sociales y humanas, con lo cual ha contribuido en nuestro país a cubrir, así sea parcialmente, la brecha de comunicación que existe entre ellas, como lo prueban su actuación en facultades tanto de una como de la otra y su calidad de miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina, de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires, y de miembro titular plenario (y fundador) de la Sociedad Argentina de Análisis Filosófico (Sadaf), entre otras.

  Por otro lado, no puedo dejar de mencionar su actuación como figura de ejemplar compromiso social, miembro de la Conadep, colaborador de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, interesado siempre en el impacto de la ciencia y de la tecnología en la sociedad y en los problemas éticos subyacentes.

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